El Parlamento aprobó hoy tres informes legislativos que darán forma a la política climática y energética de la UE para la
próxima década.
El eurodiputado de EQUO y miembro de la comisión de Energía del Parlamento
Europeo (ITRE), Florent Marcellesi, ha comentado
cada uno de los informes aprobados.
En cuanto a la directiva de energías
renovables donde fue ponente para la Comisión de Desarrollo, ha
dicho:
“El
Parlamento pide una política energética y climática ambiciosa y socialmente
responsable para 2030 y 2050. Gracias a los Verdes, el concepto de ‘comunidades
de energía renovable’ aparece por primera vez en la legislación europea. La
ciudadanía es un actor fundamental para la transición hacia una Europa limpia y
renovable. De este modo, se crean nuevos derechos a nivel de autoconsumo
individual o colectivo de energía renovable, incluyendo la producción,
almacenamiento, venta y distribución de energía limpia. En particular permite
desbloquear su desarrollo en España, donde las nocivas medidas del Gobierno del
PP a favor de las eléctricas como el impuesto al sol habían conseguido
impedir de facto el autoconsumo y producción de energía renovable.
Con respecto a la ley marco de clima y energía
(“gobernanza”), ha declarado:
“El
Parlamento ha asumido una posición histórica y coherente con los compromisos
climáticos de la UE. Es la primera vez que la legislación europea desarrolla objetivos
específicos que cubren el 35% de la energía renovable y el 35% de la eficiencia
energética, una estrategia de metano y un dispositivo para luchar contra la
pobreza energética. Esta política ayudará a desarrollar una verdadera
independencia energética, crear empleo, luchar contra la pobreza energética y
garantizar inversiones para la transición energética.
Además
de ser coherente, la gobernanza propuesta proporciona una plataforma para el
diálogo entre la sociedad civil, las ciudades, las regiones y los gobiernos.
Será necesaria mucha transparencia para que los intereses del oligopolio
eléctrico no socaven el interés primordial de garantizar el bienestar de las
personas respetando los límites del planeta”.
Finalmente, en relación a la revisión de la directiva
de eficiencia energética (EED), ha comentado:
“La
reducción de nuestro consumo de energía debe ser una prioridad para luchar
contra el cambio climático, cumplir nuestros compromisos del acuerdo de París y
avanzar hacia la soberanía energética. Por eso, hemos incluido en la directiva
el objetivo del 35% de eficiencia energética para 2030. Las reformas que
implicará esta medida suponen también una oportunidad para generar empleo,
combatir la pobreza energética y contribuir a nuestra salud y bienestar”
2034 el reto de imaginar el futuro
Energía: Los ciudadanos
seremos productores, gestores y “usuarios”
Toda la demanda se cubrirá con
electricidad generada con energías limpias
El cambio se aceleró a principios de la
década de los veinte cuando los efectos devastadores del cambio climático
lograron derrumbar la feroz resistencia de los intereses de las grandes
corporaciones
Hoy toca
revisar en cinco minutos los datos de mis “usos energéticos” y digo bien datos
y no costes. Lo hago porque desde hace algunos años soy, como todos los
ciudadanos, productor, gestor y “usuario” de la energía. Todavía me acuerdo de
cuando hace veinte años consumía ciegamente la energía que me ofrecían las
grandes corporaciones energéticas, ya fuera con el suministro eléctrico del que
solo tenía noticia una vez al mes a través de una factura ininteligible,
Nuestro
edificio es de consumo nulo de energía procedente del exterior, ¡bueno! salvo
de la que nos envía el sol y la que aprovechamos del subsuelo con la geotermia,
al igual que la fábrica de motos eléctricas en la que trabajo. La última
generación de placas fotovoltaicas, con una eficiencia que no podíamos ni
imaginar hace 15 años, que ocupan la totalidad del tejado y la fachada sur,
junto a una pequeña instalación eólica (sin palas) que aprovecha vientos desde
velocidades muy bajas hasta los de un temporal y los grandes avances en
almacenamiento nos han permitido desconectarnos de la red, como la mayor parte
de las zonas residenciales y casi toda la industria y servicios.
Esa red se
abastece ahora fundamentalmente en nuestro país de los parques eólicos que se
instalaron en los años veinte, las grandes plantas fotovoltaicas de esa misma
época y las más recientes instalaciones que han duplicado su eficiencia.
También aportan su producción las hoy eficaces instalaciones que en la costa
(fundamentalmente aprovechando los diques de los puertos) obtienen la
electricidad de las mareas y las olas. Otras tecnologías renovables tienen un
papel complementario a estas fuentes formando un mix cien por cien renovable
que ha permitido que la dependencia energética sea un concepto caduco.
Toda la demanda
energética se satisface en Europa ya exclusivamente con electricidad generada
con fuentes de energía renovable. Lo que a principios de siglo se consideró un
objetivo para 2050, objetivo recibido con gran escepticismo por buena parte de
la sociedad y descalificado por el lobby energético, se aceleró a partir de
principios de la década de los veinte cuando los efectos devastadores del
cambio climático lograron derrumbar la feroz resistencia de los intereses de
esas grandes corporaciones y los gobiernos no tuvieron más remedio que
abandonar el seguidismo de sus intereses para responder a lo que se convirtió
en un clamor popular. En España el cierre de las térmicas de carbón y de las
nucleares fue llevado a cabo sin ningún problema pese a los apocalípticos
mensajes del sector convencional y sus fans. Lo que sí nos queda hoy, y que se
ha convertido en uno de los principales gastos energéticos, es el tratamiento y
custodia de los residuos radiactivos.
La anunciada energía de fusión, en la que
se invirtieron miles y miles de millones de euros, se abandonó hace años; antes
de anunciar un enésimo plazo de veinte años para hacerla realidad los gobiernos
se rindieron a la evidencia de que las renovables podían satisfacer las
necesidades de toda la humanidad.