Has estudiado Ecología del Paisaje, ¿podrías definirla?
En la época en que yo estudié Biología no había especializaciones claras, más que la consabida diferencia entre biólogo “de bata” y “de bota”. La toma de contacto con la Ecología del Paisaje y, posteriormente, con la Permacultura ha sido más una consecuencia de la experiencia vital que me ha tocado vivir que el resultado de mi educación formal. La Ecología del Paisaje es una rama de la Ecología cuya definición pasa por la escala espacial considerada, el paisaje, y por su motivo de estudio, la estructura, funcionalidad y dinámica de los distintos elementos del paisaje, sean naturales o procedentes de la actividad humana.Desde una perspectiva más antropocéntrica, su principal destino es servir como herramienta para una eficaz e inteligente planificación, diseño, gestión y conservación del territorio a una escala “humana”, por tanto, la más adecuada para abordar procesos de sostenibilidad de los aprovechamientos. Curiosamente, esta escala espacial y la inclusión de elementos no estrictamente “naturales”, como son todos aquéllos derivados de los usos humanos, ha provocado que científicos de diversas disciplinas hayan contribuido notablemente al cuerpo de conocimientos de esta ciencia y se llamen a sí mismos ecólogos del paisaje.
La palabra “Permacultura” es algo que está muy de moda, pero realmente ¿qué es y qué implica?
El concepto Permacultura es bastante reciente en su formulación pero increíblemente antiguo en su aplicación práctica. De hecho, no sería errado considerar que la permacultura es “algo” que sabíamos hacer y se nos olvidó por el camino de nuestra evolución cultural. Podríamos decir que el año 1978 fue un hito en la formulación teórica de la Permacultura, año en que tanto Fukuoka con su revolución de la brizna de paja, como Mollison y Holmgren, con Permacultura Uno, desarrollan las habilidades prácticas y de diseño para llevar un estilo de vida autosuficiente de bajo impacto energético. En palabras de estos últimos autores, verdaderos creadores de la palabra Permacultura, ésta consiste en “el diseño consciente de paisajes que imiten los patrones y relaciones encontradas en la naturaleza, mientras generan abundante comida, fibras y energía para satisfacer las necesidades locales”. Por mi parte añadiría que el ámbito espacial con el que se trabaja en Permacultura es el paisaje, y esos “patrones y relaciones encontradas en la naturaleza” a imitar son el motivo de estudio de la Ecología del Paisaje.
Pero la permacultura es mucho más, es una filosofía de vida y, como tal, recoge todos y cada uno de los aspectos que intervienen en nuestro día a día. Esta aproximación holística se encuentra muy bien representada por la “flor de la permacultura”, pictograma que muestra los siete ámbitos clave que requieren transformación para crear una cultura sustentable. Éstos son el manejo de la tierra y la naturaleza, los ambientes construidos, herramientas y tecnología, educación y cultura, bienestar físico y espiritual, economía y finanzas así como la tenencia de la tierra y gobierno comunitario.
En mi opinión, quizás hay tres palabras clave en torno a las cuales gira todo este universo conceptual, que serían comunidad, descenso energético y resiliencia. Empezaba diciendo que la permacultura era un concepto que se perdió en el curso de nuestra evolución cultural, y no cabe duda que, en cuestiones de vida en comunidad y utilización sostenible de la energía, las culturas indígenas son auténticas referencias.En efecto, la más que probable carestía de petróleo a corto-medio plazo, con el consiguiente encarecimiento del precio del combustible, y el más que probado fenómeno del cambio climático, exigirán estructuras organizativas de bajo consumo energético así como diseños resilientes que se adapten con facilidad a los drásticos cambios ambientales que se avecinan. Y para ello, los sistemas de diseño permaculturales, que podrían considerarse de información y diseño intensivos, constituirán una herramienta clave. Pensemos, por ejemplo, que en la agricultura industrial que actualmente se practica en gran parte de la superficie cultivable se necesitan 10 kcal para producir 1 kcal de alimento y eso sólo puede conseguirse con un derroche espectacular de una fuente energética que, hasta ahora, ha sido barata.
¿Cuáles son los principales autores que estudian o han estudiado la Permacultura?
Se puede decir que, con diferencia, la Permacultura nace, se desarrolla, florece y fructifica en Australia. Prácticamente todos los grandes maestros de este estilo consciente y sostenible de vida, como Bill Mollison, David Holmgren, Geoff Lawton, JoshByrne, Terry White, Stuart B. Hill y un largo etcétera, son australianos. Probablemente, los más prestigiosos PDC (Cursos de Diseño Permacultural) que se celebran en el mundo son los que imparten las numerosas granjas permaculturales a lo largo y ancho de este inmenso país. De hecho, gran parte de los precursores de la permacultura en el resto de países se han formado en Australia. En España, como por otra parte era de esperar, encontramos bastantes bioconstructores, algunos de altísimo nivel, pero no son tan frecuentes los ejemplos de bosques comestibles que utilicen patrones de ecosistemas naturales en su diseño. En el caso del primer pétalo de la flor permacultural, el manejo de la tierra y la naturaleza, es más frecuente encontrar en nuestro país huertos ecológicos y biodinámicos, aunque conozco algunas experiencias en el Sureste que trabajan con diseño ecosistémico buscando espacios productivos resilientes. En general, en España no tenemos el notable acervo permacultural de otros países, aunque se está produciendo un florecimiento en la última década que ya está dando sus frutos.
¿Qué relación tiene con la Ecología del Paisaje?
Como apunte anteriormente, el objeto de la Ecología del Paisaje es el conocimiento de los patrones espaciales, funcionales y evolutivos de los elementos del paisaje, y estos patrones son precisamente los que se intentan reproducir en las granjas permaculturales. Por ello, la Ecología del Paisaje se relaciona con una sola de las hojas de la flor permacultural, pero su trascendencia es enorme puesto que nuestra alimentación depende de ella. Yo añadiría que, además, nuestro crecimiento personal derivado del estudio y la interacción con la naturaleza, es nutrido por este pétalo.Uno de los principios de la Permacultura, concretamente el primero, dice así: “Observa e interactúa”. La Ecología del Paisaje nos proporciona las herramientas para que esa observación sea provechosa y pueda, posteriormente, trasladarse al papel, al diseño permacultural. Como bien expone Holmgren, en un mundo donde la cantidad de observaciones e interpretaciones mediatizadas amenaza con ahogarnos, se convierte en una necesidad imperativa la renovación y expansión de nuestras habilidades de observación de la naturaleza.
¿Qué o quién te inspiró a estudiar y trabajar en algo tan apasionante como es la Ecología?
Pues imagino que, como tantas cosas en la vida, muchas experiencias vitales. En mi caso, experiencias en mi infancia y adolescencia, pues prácticamente desde los 16 años tenía clara mi vocación. Quizás mi abuelo, agricultor y cazador, al igual que mi padre, tuvieron mucho que ver, dado el contacto con la naturaleza que exigen estas ocupaciones. Lo que era un gusto por estar en espacios naturales abiertos, en los que perder la vista en el horizonte o fijarla en una rana a la orilla de una charca, se convirtió, poco a poco, en una profesión.
No existieron profesores especiales, ni sabios de prestigio, más bien lecturas y autores especiales, cada uno en su momento, que fueron dirigiendo mis intereses hacia aspectos más concretos de la Ecología. Los profesores Margaleff y Bernáldez han sido grandes referentes en mi etapa más académica, aunque en igual condición puedo tener a Gerald Durrell en una época feliz de imberbe naturalista. Por último, y a pesar de encontrarme actualmente en las antípodas de su legado, es imposible tener 46 años, ser biólogo “de bota” en España y no mencionar a Félix Rodríguez de la Fuente.
En cuanto al diseño ecosistémico permacultural, ocupación a la que me dedico últimamente, sin duda Holmgren es mi autor de referencia y, en mi opinión, la figura mundial más cualificada en estos temas. Desde su famosísima granja permacultural llamada Melliodora (dedicada al Eucaluyptus melliodora, su árbol preferido) ejerce una labor,que podríamos llamar titánica, dedicada a difundir la permacultura por todo el mundo.
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Eucalyptus melliodora |
¿Qué relación con la naturaleza crees que deberían tener los niños para que la amen y respeten?
Pues es un tema absolutamente complejo del que no soy experto y, quizás, tan siquiera conocedor. En este caso, lo único que puedo hacer es constatar evidencias sobre lo que me rodea y dar una humilde opinión. Creo firmemente que las culturas llamadas “primitivas”, a las que prefiero llamar nativas o aborígenes, han sabido transmitir un amor y respeto por la naturaleza de una dimensión tan profunda que, al igual que pasa con la Permacultura, en alguna piedra del camino evolutivo tropezamos y se nos olvidó cómo se hacía eso. En nuestra corrompida sociedad occidental, son precisamente los medios de comunicación de masas los que determinan cómo pensar, siendo las escuelas convencionales meros vehículos de esa doctrina. Si sumamos el tiempo que nuestros hijos pasan expuestos a la basura mediática y el que pasan expuestos a experiencias realmente positivas, nos daremos cuenta que sólo una auténtica revolución podría cambiar las cosas. La buena noticia es que la Permacultura es esa revolución y solo hay que tener el valor de abrazarla, aunque ello suponga remar contracorriente.